MONOMIO (LA SANGRE Y NOMEN)


LA SANGRE








PULSO






Es un azogue  la sangre
encerrada por 
canales, por filamentos
    hilos canulares, 

por nosotros, 
cada uno 
a la inversa
        ramificados.

Pero cómo 
acaba el camino,
cómo  te remontas, 
         y te vuelves, y
     
cómo




En el nudo corredizo de la sangre, 
la desarticulación del pienso, la mezcolanza 
del hago, la cerrazón del hice.
                                        Y lo que no, que 
te despierta acuciado por raso – vuelo imaginista, 
palpitando en cierres corazones 

repartidos, que por el cuerpo balbucen





Responso en las yemas, cegado y sólo
tacto, recuerdo.
   Te recuerdo, 
transido de silencio en la presión embólica

            en la sangre que pasa en hacia 
dónde, cerrada. 
    Ciega en mí, 
obsesa en su fonema sin memoria.





Sin manos miras correr el grifo
Sientes el ridículo licuando 
el exudar de aceite en las esferas.

Parvo 
detienes la mirada, preguntas.
Escuchas el hueco, 

pasador de párpados,
vela, trans-tela en rojo carnal, 
nubla.

En mitad del silencio, breve efluvio
primero, un seguir vaporoso 
filamento después, como en lo oscuro
la sangre

Luz sin visión,
música inaccesible 
a la escala, va creciendo,

a ambos lados del espejo 
corre




Bate el aire donde se pulveriza la quimera 
fragmentada – brillo fútil pequeño 
multiplicado en breve lluvia que no

El equilibrio? Cristal y mazo 

En la doble escalonada caracol a dentro 
el careo, la serrería de risas carcajadas, 
de ninguna parte – de lejos, acercándose. 

El blanco olvido de la luz? La sangre

En el oírse táctil de la piel sin centro
monomio, sin clemencia, a-hora-
dadá desertizado de magia, la sangre. 





Tras la picadura, la cruz
sobre el túmulo, abriendo sima, 
aspa de uña.

Una vez primera, otra 
travesera, por segunda 
vez.

Donde se pedía silencio, se reclama
después se grita. 

Silencio














PULSO







   Trenza el pelo de palabra, el fragmentario 
afinado 
delgadísimo
sí de miedo.

Encinta de materia apisonada, vendas
angustiosas 
de posibles.

Destrona la nervadura de veleta, reducida
cada vez más 
reducida

de mi, de yo, desarticula corrientes, aprieta
estrella-asterisco-
punto
todo tú 





Cenagal etcétera, 

nada queda demasiado 
para ser 
un poco, para ser 

unívoco: descapullada otra
a velocidad 
muere; otra 
dolorosa de ímpetu, 
tullida por descrédito 
al fondo, 
    donde el pequeño hueso de 
no





Reclama su filo
Reclama su desdicha
Sesea en goznes 
Recl
        amando

Cerrando 
el cajón 
Reclama

La adusta 
enredadera 
verbigracia, al pronunciar
se muge 

– de poliedris!










Clap – los  dedos 
en la mesa reiterando
la concisión que quema las pestañas 
        pistilos clap
arrasados por la matemática 
rezadora, pregunta sin responso 
pregunta sin pregunta, fiscal lluvia de 
clap – sobre la mesa 
muda como un dios, doliendo
en lo que está vacío.











Pájaro ciliar de canto – paraqué 
el rostro enturbias haciendo las horas 
pozos, cuajando en la insania de luz 
el diente – murmuración y descrédito
     
Y venga los tocones para qué - todos esos ojos 
por el suelo blanqueados – todos esos 
signos – nombres? 
        rodados
por el ajedrez del suelo – sin auriga

Abre las alas para apretar los surcos – frontales 
5 de una clave hipada – labrada por la  mano 
temblorosa – asida a la lectura de los nervios  
de donde colgado 
                canto
dice












Estructuras rotas, crecida, quiebra: 

Enfilar en el impulso nuevo, sabido
el hueso, momificado con su única
palabra, que deniega la ceguera del fruto.

Que ya se ha entendido, que ya 
se ha quebrado la nueva, que ya está 
siendo todo clavisón de ruina, venteo 
de raspa de cisne, canto

marionetas salvajes de corazón opaco 
que dicen uno, para-nada en hendiduras 
de silencio enfermo, tras ras de tijera 
siempre, 

qué son ahora? Trizas por uno.





De vinagre las lágrimas 

Nervaduras, 
coágulos damas
cenos,

ahoga el grito con 
las manos,
con las manos.

Con las manos      
No
(arañas de)











PULSO










Rastros. 
Hebras de nombre que se encienden
sin reconocimiento

Dobla 
Reduce la piedra a pulsión binaria, 
a marea dura del salmo 
en la indefinición 
Estallan los ictus 
de luz, espinados. 

Cunden en la pez - sílabas 
bajo silencio de objetos.

Dobla, una 
y otra vez, opaco 
en el almizcle de qué 

-quiénes  
















A quién daré la noticia 
tras la noticia, la otra,
la que valía. 
Soltamos las palomas y no vimos,
dimos el parabién de parasiempre.
Sellamos como sabido. 
  Y ahora?
El cuarzo falso de la jeta seca 
incrustada en la engarzadura de mano; 
el frío silencio filo, a quién,  
            haciendo sssssssh




















Quien cuenta platos en la oscuridad que pare.
Que no diga. Que arroje de los dedos el hilo dactilar 
de lo que encuentra. No
    Que entrañe. Que silencie. 
De número el cuchillo rome, detenga la pómez 
motivadora. Que no. 

Que sucumba a la humillación de su armónico. 





















Quien ha de cruzar el río 
numerado de almas, no es.
No es siquiera variación 
de piano – ciego 

desteclado de a dos,
                       a tres veces, 
con inquina – como boca de viejo 
viene la finisecular, la  concisa

Tajeada en el rostro por boquera doble

Quien ha de cruzar contigo 
el río de raíces gritadoras, no es. 
Tensa con sedal de cardio 
el arco de labios

A velocidad más que a manos
              tensa. Sí y No
Giran de canto, acuñados

Sin rostro. Sí y No.





















Luz empastada chorreando 

Quién mama de la lluvia 
sucia. Quién vuela 
en la cerradura de las aves,
que especulan su posible música

Negras en el pentagrama, 
de palo a palo

Quién a mástil 
miente, de lo que oye
cuenta, repetida     mente diapasón, marcando
a lo que no tiene oídos

Ritmo soñando 
como ojo 

la luz





















Laminado de frío en silencio: 

Amasar saliva de madeja. Ardida la lengua, 
la nausea en símil compás de cardio. Se cohabitan 
en efluvio plañido risa, esas fuentes añejas, 
a la nueva causa. Y qué sentido tienen, qué duelo.  

Tú di que no, que no estabas. 

Que los golpes en el rostro no eran, que las lunas 
abiertas de uña no, en el ramal azul no querían, 
no buscaban alterar la evolución 
del cuco, en el nido del canto que decían 

seremos, que acabó no siendo oda, 
ni marcha, ni solemne réquiem, 
ni aleluya. 

Eso, di que no, porque tú ya sabías. 
Tú ya contabas con los dedos, donde nunca 
se encuentra el postrer 11       




















Ofuscado deseo de otro nombre, 
como raíces dedos adentran 
la concreción de madeja, 
clueco sí trepidante 
exponencia el monomio de flujo 
que no cesa, como ojos de continuo 
abiertos a paisaje ninguno, uno siempre  

siempre, siempre 
otro nombre, prohíbe.
Adherida los labios cristaliza la nieve de una culpa, 
en la lengua la saliva aceronada 
desciende la voz en óleo, transmigrada a falso silencio 
          por dentro 
fricción de lo negro y la luz estremecimiento 
en un rostro sobre un cuerpo encima, 
cabalga, cabálgame, socavando siempre

sierpe siempre,   























Columna envejeciendo en ese.

Teclado, el dolor 
responde 
su propia pregunta:

Va siendo marca de vida.

Como un cordaje 
atraviesa pieles, 
como un cordaje del que todos 
pendem

-os dolidos.

El que duele. 












PULSO















Roto a punto, el tallo
cristalizado de voz., 
sin ser posible el despunte. 
Anegada, la que tenía y no ha sido

deviene en nudo cuando salía en hacia ti.     

Lo sabido deniega el tono, que 
al borde de afinar, se entredice
quedando acuñado en moneda
que llueve, que se extenúa en réplica

que enciende-apaga tiempos (verbales) que no habría

si fuera.
















Que lo que me abandone 
se lleve el nombre, 

orado 
de cada  
vez 

al no 

oído.

(Al insostenible, silencio.)

Que lo que se aleje 
no se acere, no se curve, no
se corve.

Que no se expíe 
en el telar de horas, que no 
se rumorée por la cánula,

que la tonada no enlace 

consigo 

en el

conmigo.




















Tiembla balbucir de carne viva

Cuajo de palabra – arcilla encentada  
Anegándose en ojo que no llega 
           
Que a medias queda entre lo aguado

La moledura en las manos
El nudo que no desaparece y que no

Nos termina






















Miedo primero, el pronunciado 

cristal 

de 

estuvo.  


















NOMEN















MOVIMIENTO












Promesa 

Premonición

Pupila

Cierra 
y abre 
la doble, hoja 
decidida

Pupila

Permutación

Moneda 

Sin valor 
alguno 
la una, la otra 

      fortunada

















Desciéndete 
Dite 
Cantando a 
Los fantasmas
De vivas
Salvas
Cenicientas 

Humedecidos, 

Labios
Bajo  
Sello.

Desciéndete.

























Supura
Por los vértices silábicos
Y los hueros
Forros
De 
Sentido

Llámalo

Ventea y corta

Transfigúralo y usa 
Las hoces
Las pezuñas de lengua
Y la flor dentada

Desmenuza 

Hazlo

Sea nuevo 
Siempre 
































Si, 
las formas 
alrededor 
tuyo, veladas a óleo frío

El mundo 
sin conseguir un rostro, 
nombre tras nombre
anegado

En la crecida 
de flor de cristal, el decir 
es rotura, des
pacio 













MOVIMIENTO

















A desdecir, viene
vaina, rezumando
deslacrando el sueño,  
en marca de tambor, sese
ando lo que olvido. A golpe 
de cadera, el nombre.






















Borradas manos y pies
sin memoria de Templo, a 
Domingo de Ramos, a 
breve mención melódica
de tan lejos, 
muy de a poco. 

Trae blanco 
de sábanas, veteado 
azul de umbría. 

A estar
sin ser, aprendes 
estos cuerpos, 

que van emergiendo 
de una succión de nombre, 
despacio, que 
de a poco, 
deletreados, 

como por retirada 
de ola sobre 
ola borrados,

mientras respiran 
de retorno, y van siendo 
aparte, como vez 
primera.
























Noche. 

Murmullar
de pájaros, anudados 
en drago, agua 
de pájaros, que bulle

Sin ninguno 
a ojo: todos

Denso jazmín
en aceite, unta
cada respiración 
a cada paso

Nos regresa, 
acallados
huecos, vaciados 
a oído




























Lento paso
táctil, delinea 
circular

la bocana.

En el cristal 
del vaso, en la breve 
música

en la marca.

Apisonan
pasos, sin dato
engranan 

los compases.

(Uno a 
uno, uno 
en uno.)














MOVIMIENTO













Hacia dentro,
donde no se vuelve
con sólo engranar 
volver 

Nos fuimos

quebrando 
cada tallo en talón
de historia. Cada pecio
nosotros, 

desorlados.

Más allá 
del péndulo. Algo más 
que duelo, extraña-
miento, desnombrado
asco,

entraña seca.

Se cribó ya el oro dolor.
El cuarzo é vero.

Sigue corriendo

el agua sin valor
de memoria  
















Argumentos que dimos – juramentos 
que hicimos 
a cera caliente 
con palabra selladora 

clavados como espina 
en el ridículo
pollos – pecios  descabezados  
a cuatro esquinas.

















Las veces que miré 
de frente, que ví
para negar, vienen ahora 
como runas hendidas, 
milimetrando, 
vienen sí 
con la azada de re, pulsan raíces 
en el ridículo xilofón, 
envites de caligrafía 
ruedan por el rostro 
hasta el lindero, donde diente 
uña y labio mezclan sangre, 
y nieve, y sucia.
   





















Las imágenes 
en herrumbre 
por los ojos 

de un silencio

que se ara.  

Lo que se encintó 
ha quebrado el rictus,

Lo que se durmió 
ha pasado a pulso.

Ahora está ante ti, 

dentro 

tuyo 

sin serlo, 
mascarado 
en tu rostro, 

male

dicente 

de sí 

mismo

de ti. 



















De qué hablan las manos 
que tocan, cuando engranan, 
a compás el pie, callando boca 

El deshojado de palabras 
no alcanza -rostros, máscaras 
simias de sueño, sin lectura-

Resbala tú 
por la piel de su huevo, 

envidioso.





















Y fruto toma para comprender.

Y no comprende.


















MOVIMIENTO









Este es el juego al que puedes jugar
Aguar
Hasta anegar la réplica. Cincelar el ergo 

Flor de ergo 
Cincelar
Acanto 
Del ergo




















Florecimiento:
cerrar o morir en los vértices 
infinitesimales

(El copo, 
el pequeño 
copo) 

con la suciedad del tacto 
oscurecido

(también)

En las estrías estabas diciéndolo
Y estabas en la grieta 
que partía la raíz en la piedra, 

diciéndolo ya

(no supimos?)

Algunas cosas preguntaban su nombre

(cerrar o morir 
en los vértices)

No supimos: vino en una arcada, 
la nube traía su madeja 
prensada y pronta para la fuga

(Por los hilos 
nos cortaron
la lengua)

No supimos 




















Exudado de plegaria, marcado 
paso a paso, deletreo.

El que viene dando medida 
no es otro que el hendido alunado de uña;
y el que viene a licuar óxido no tiene 
más que vejez sanguinolenta

Sin más – roer la vida. Y 
no hay otro que el embozar número, perdido 
el extremo del cordel que dijo la  primera

(Ya no es posible)

No se puede más que maldecir 
la pequeña luz de hubo

De una cebolla cuelga la mano crispada 
por la que chorrera la imposibilidad 
hasta el coágulo, de volver

(A la pregunta, dónde)






















No. 

No quiero volver, y es tarde
ya te oyes gritar que no

Y de donde te vienen no hay
guarida de oídos. 

No, ya es tarde 
ya es tarde para nunca. Ya 

es tarde